Ansiedad

 

Es casi imposible callar cuando se tiene tanto por decir,
tanta necesidad por demostrarse,
y mostrar,
la mierda fluorescente,
que resplandece desbordante y chorrosa,
humedeciendo entre los dedos,
todo aquello que hemos digerido,
desde…

¿quizás cuánto tiempo?

revolviendo, cortando, succionando,
emanando y amando,
trac, plac,
pum, splach, dac.

Todo aquello que entra por tus ojos,
entre las uñas y la carne,
las orejas y la nariz,

Todo ya digerido, manipulado,
hecho realmente por nosotros,
por todo lo que podemos realmente llamar
“nuestro ser más interior”,
y tan desconocido,
que no veo,
que va,

Y,

¿si no existe?
esa estupidez: del huevo y la gallina,
que: no-ves,
es extraña:
¡Tenemos vida y creamos mierda!
¡Y no le damos importancia!

Es… es… por lo menos decir…

¡Aquí está!

Por muy tirada la cadena que esté,
por mucha tranca estomacal
que se pueda tener,
para no deslizar completa y correcta digestión.

Y siempre
todo,
a todo
a medio
a no vivir
en el medio.

Mejor meo.



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