Di la verdad Rosa.

 

Entonces: ¿me amas?
¿realmente me amas?,
¡ya no basta!,
maldito corazón, miedoso,
lleno de preguntas,
lleno de vacíos,
de teorías cuánticas,
creadas a partir de errores.


Trata de pensar,
pero el amor no nació para filosofar,
el amor no basta,
no le interesa el big bang, ni Darwin, ni estudiar,
no le apasionan los números,
y tampoco es artista,

Porque el amor se perfecciona en el silencio,
en callar sus dudas,
en redimirse a sus impulsos,
al tum-tum
que resuena y resuena
y resuena,
a deslumbrarse,
a decir “sí”,
es el ave fénix:
morir por las noches frías de sombras,
y renacer en una mirada pasajera,
sin hablar.

Sos ególatra corazón mío,
deja de pensar,
la vida te ha endurecido,
y es cierto,
has madurado,
bien no buscas el dinero ni el placer,
buscas mucho más allá de la felicidad,
buscas no-sufrir,
pero como tontuelo te asientas en cualquier torso,
descubres calor en cualquier labio,
porque ya no quieres encontrar nada que no sea amor,
te rompes el cuerpo satisfaciendo tus ansias
de cariño,
una extraña masa,
multicolores,
como un grillo-mariposa,
despliega sus alas,
pero jamás vuela;
cae a piso
y solo salta.

Entiende corazón mío,
deja de quererte tanto,
ódiate y guárdate,
espera que paciencia más que conocimientos,
y volquémonos en una sola arma frágil,
vagina entre-abierta a las llagas de los rayos matutinos,
que el calor de la tarde nos queme el vientre,
y estemos dispuestos a morir,
a saltar,
a que se nos reviente el cuerpo,
e implosionemos,
juntos,
seamos gelatinas anudadas en la azotea,
morir con el corazón partido en dos,
miles de veces,
llenarte de nueva energía y alistarte para creer
nuevamente,
y nuevamente,
y nuevamente,
y nuevamente.



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