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Mida.

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  ¡Oh vida! ¡Oh desdicha! ¿Cuánto tiempo ha de durar el derrumbe? El espíritu mengua entre la risa y la pobredumbre. La muerte; por un traspaso energético de flores incandescentes. El carbón tibio ha sabido de la calma, su derecho de árbol incendiario, un alma por decreto terrestre. ¿su desdicha?: La lluvia, la templanza, que su pobre ser acaban. Se abren las puertas, la gente salta por las terrazas, se lanza por todas las ventanas, se ahorcan con cordones, se cortan en sus reflejos. Los ángeles muestran su carne, y no sentimos y no estamos, Se sientan a fumar, y adoramos al abrazado carbón, en su libre humo, prófugo. Niños indomables devorando la calma, y nada pasa más que los días y las colillas se acumulan y los sueños se alejan.   

Di la verdad Rosa.

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  Entonces: ¿me amas? ¿realmente me amas?, ¡ya no basta!, maldito corazón, miedoso, lleno de preguntas, lleno de vacíos, de teorías cuánticas, creadas a partir de errores. Trata de pensar, pero el amor no nació para filosofar, el amor no basta, no le interesa el big bang, ni Darwin, ni estudiar, no le apasionan los números, y tampoco es artista, Porque el amor se perfecciona en el silencio, en callar sus dudas, en redimirse a sus impulsos, al tum-tum que resuena y resuena y resuena, a deslumbrarse, a decir “sí”, es el ave fénix: morir por las noches frías de sombras, y renacer en una mirada pasajera, sin hablar. Sos ególatra corazón mío, deja de pensar, la vida te ha endurecido, y es cierto, has madurado, bien no buscas el dinero ni el placer, buscas mucho más allá de la felicidad, buscas no-sufrir, pero como tontuelo te asientas en cualquier torso, descubres calor en cualquier labio, porque ya no quieres encontrar nada que no sea amor, te rompe

Ansiedad

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  Es casi imposible callar cuando se tiene tanto por decir, tanta necesidad por demostrarse, y mostrar, la mierda fluorescente, que resplandece desbordante y chorrosa, humedeciendo entre los dedos, todo aquello que hemos digerido, desde… ¿quizás cuánto tiempo? revolviendo, cortando, succionando, emanando y amando, trac, plac, pum, splach, dac. Todo aquello que entra por tus ojos, entre las uñas y la carne, las orejas y la nariz, Todo ya digerido, manipulado, hecho realmente por nosotros, por todo lo que podemos realmente llamar “nuestro ser más interior”, y tan desconocido, que no veo, que va, Y, ¿si no existe? esa estupidez: del huevo y la gallina, que: no-ves, es extraña: ¡Tenemos vida y creamos mierda! ¡Y no le damos importancia! Es… es… por lo menos decir… ¡Aquí está! Por muy tirada la cadena que esté, por mucha tranca estomacal que se pueda tener, para no deslizar completa y correcta digestión. Y siempre todo, a todo a medio a no v

Adiós

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  Si no me siento, lo precavido de las acciones caen en los accesos furiosos de la piel, sobre las esporas rugosas que me envuelven, tapando mi boca, cerrando mis ojos y dejándome caer en un eterno delirio Un vaivén de emoción, una trémula dulzura de un beso mortífero, que muerde suavemente mi labio. Quiero sentir de nuevo el aliento sobre mi aliento y que las almas choquen en una humeante esperanza de amor etéreo.

Los dos hermanos

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Sentado y tranquilo el hombre, contemplando la noche; el naranjo desbordado en naranjas; unas diminutas de colores vibrantes, otras enormes ya en la desolación del suelo, yaciendo sobre el pasto; moribunda y bañada por la luna llena. Cegado por la iridiscencia de la profunda escena, rompe en llanto inconsolable, al ver como el cuervo albergado por la sombra lunar, dando alegres saltos y gaznando, hacia la ya dulce y pasada fruta, del paraíso del sueño humano. Sin dudar el ave: sube y baja, sube y baja, sube y baja su cabeza, como petrolera furiosa, dejando sin sangre ya a la tierra, el cuervo se alimentaba gustoso e indiferente, del pobre ser, que, al saberse en la desdicha del hombre condenado a la soledad, siente del cuervo: la vida que, a picotazos, le ha arrebatado día a día, el dulzor de sus sueños. Ahora llora como un niño perdido el despojo de la carne y se vuelve a sentir desnudo; suda, siente vértigo, fuma ansioso, devorando un cigarro empapado en el dul